lunes, 12 de enero de 2015

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Hay un momento en el que no hay palabras que salgan de nuestra boca y sepan expresar lo que pasa por nuestro interior. La conmoción vence a la razón. Es difícil explicar cómo se siente. Un desliz sobre la piel que ramifica en el interior, cómo queriendo aferrarse a esa fugaz muestra de calidez y ternura. Somos humanos. Todos queremos que alguien esté ahí para nosotros. Pero, lo cierto, es que preferimos estar para alguien, aunque no seamos correspondidos. La fuerza de ese sentimiento es tan poderosa que no nos imaginamos los límites. Esto conlleva demasiados altibajos ya que, cuando esa persona que lo es todo para nosotros desaparece, sentimos cómo esas raíces que una vez se formaron se quedan pobres. Para poder llevarlas a flote, las raíces nos succionan lentamente. Al principio es soportable. No obstante, hay un instante en el que la ansiedad puede con nuestros cuerpos y nos lleva a caer sin fuerzas sobre nuestras propias manos. Dependencia. Eso es. Creo que ese el problema del amor. Se conocen, se interesan, se agaradan, se gustan, uno deposita esperanzas y el otro las recoge. ¿Cómo decirlo? Cuando nos enamoramos de alguien que nos da falsas esperanzas, es cómo si alguien nos plantase una planta en nuestro interior. Poco a poco se va regando, las raíces penetran más en nuestro cuerpo. Poco a poco, si la otra persona deja de alimentar esa planta, ésta se servirá de nuestro cuerpo así como de nuestras fuerzas. En otras palabras, nos consume. Ha dejado germinar algo que no va a florecer nunca. Esa planta que llevamos en nuestro interior es la prueba. Ella desea vivir, se aferra a que algún día volverá a ser alimentada, está dispuesta a sobrevivir porque mantiene la esperanza de que florecerá. Sí, florecerá la primera flor y con ella todas las demás. Por otra parte, a medida que pasa el tiempo, si no se cortan las raíces a tiempo, llegan a nuestros órganos vitales. Lo que significa, que ha dejado crecer demasiado una planta que sólo va a autodestruirte. Un plan homicida, o tal vez suicida.

martes, 14 de enero de 2014


"El silencio"

"Ese gran amigo."

"A veces huimos de él con música..."

"Pero al igual que nosotros..."

             



              



 "Sólo quiere ser escuchado."

Al fin sol.

Al fin, sol.
 Lejos quedó la asoladora tiniebla, el miedo.
El pasado que al me aferraba, ya ha quedado tan atrás
que cuesta creer que pudo doler 
con aquella intensidad,
 voracidad y devastación.
Luz, claridad y sosiego.
Al fin.

domingo, 17 de noviembre de 2013

"Son demasiados sentimientos acumulados, los que me harán estallar en cualquier momento."


Él se fue.





Y él se fue.
Él se fue. No hay más hecho que ese.
He quedado muy detrás como salir corriendo tras de ti.
si tan solo te dieras una vez más la vuelta...
¿Podrías comprender? ¿Podrías ver el rastro de sangre que me dejaste?
Pero él se fue.
Se fue para no volver.
No quedan notas, no quedan palabras, no quedan actos, ni sentimientos, ni miradas.
Se fue.
Allá al fondo le veo, saliendo del túnel en el que yo sigo atrapada.
Atrapada en un tiempo indefinido, no hay salida.
Sigo llorando y sangrando, pero a ti te he visto sonreír.
Cada vez, mojo más la tierra con mis lágrimas,
eso me hunde más en el fango
y me es imposible encontrar una salida a esta trampa.

Se avecinan más obstáculos,
cada vez soy más pequeña para afrontarlos.

Estaba tan cerca de ti, y ahora tan lejos.